Paseo por las calles de Barcelona y me encanta tener una acera tan limpia. Me permite levantar la mirada y observar las personas y los colores. En el camino, de repente desaparecen las personas y quedan solo los colores. Sin distinción, la luz me lleva a una experiencia vivencial adonde las personas son colores, y como los colores, se juntan y se mezclan creando dimensiones, con más o menos intensidad, más brillantes o menos, fríos, calientes, claros y obscuros. Siempre atraídos por el color primario predominante.
Tú y yo vamos en este momento a crear una dimensión coloreada de intelecto, sabiduría, consciencia, cultura. Brilla el tono del bienestar.
Tú como yo, tenemos varios amigos y amigas. Con algunos vamos a bailar, con otras seguimos nuestro equipo de fútbol. Preferimos trabajar con unos y emprender un viaje con otros. Queremos una pareja para colorear nuestra dimensión con el sentimiento de familia. Y como los colores hay siempre mucha variedad y nunca exclusividad.
Cada persona es un color único y especial. Una luz que brilla según un patrón específico. Cuando dichos colores se agrupan, crean unas dimensiones que generan una energía particular, como en el caso de una oficina, un escuela, un estadio o un hospital.
Como ocurre con los colores, cuando las personas, en lugar de mezclarse, superponen sus principios, llevan a cubrir su luminosidad y van perdiendo de tono. Se oscurece así su propia índole. Eso pasa por ejemplo cuando las facciones imponen un credo político, lo cual necesita colorear una bandera para no olvidar sus principios: el color primario que les acomuna.
Y del momento que la multiplicidad se simboliza unilateralmente, el individuo pierde la vitalidad de su naturaleza. El color pierde su luz y con ella la energia. Se pierde sobretodo la capacidad de juntarse y mezclarse sin perderse. La personas que se identifican con un color político van olvidando su propia luz, su peculiaridad.
Y del olvido nace la discriminación. Así que se crean las razas y de repente son las personas a cobrar color. Una color fijo y exterior esta vez. Un color externo que funciona de esquema, de guía.
Al igual del artista medio que se da a conocer por lo que expresa y termina expresando lo que se conoce para no ser olvidado, en la idea de nacionalidad, el patrón identificativo de cada uno pasa a ser un marco orientativo socialmente reconocido y de respetar.
El avance y desarrollo es así tortuoso y muchas veces incomprensible por las tan opuestas opiniones y puntos de vista. Porqué ya ha dejado de irradiar desde adentro para afuera y se está estereotipando lo de afuera, calcificando lo de adentro.
Y la sola forma de recordar que la comunidad es un sentimiento y no una institución, es volver a brillar desde adentro, acomunarse con el propio color primario para iluminar con firmeza a la hora de juntarse y así disipar la obscuridad que se ha venido creando.
La sociedad es en su origen una dimensión coloreada por el sentimiento de comunidad. No al revés.
Ahora cierra los ojos.
… y cuando los abras, comparte tu color o!