Se dice que de media una persona conoce 4000 palabras. Si no es su idioma nativo la cifra baja, supongo… Será por eso que yo no confío mucho en las palabras. En la expresión puramente verbal, entiendo. Otra razón será aquel vicio ansiolítico de interrumpir el discurso, lo cual es además una primera causa de suficiencia respiratoria! Las palabras en sí mismas me caen bien, las veo como colores de ideas, mi bloqueo nace por la sensación de desequilibrio entre lo que se dice y lo que se oye. Me da la impresión de que se tienda (desde cuando no sé) a proyectar intenciones más que a recibir informaciones ¡Culpable es el sistema Patriarcal! Diría mi amiga Esperanza. Quizá con razón.
¿Por qué será que los simios tenían orejas muy eficientes y las cuerdas vocales muy poco desarrolladas?
Me preocupa un poco la energía que se está disperdiendo al exterior, a dispendio de aquella energía que contiene y une. Noto como los ojos y la boca, proyectando intenciones, estén debilitando receptores como el tacto, el oído y el olfato. Esto funciona igual que el músculo contraído que debilita su antagonista. Se necesita entrenar aquella energía de cohesión con momentos de aromaterapia, música clásica, masajes, meditación y sobretodo reposo. Lo que me gusta del uso de palabras como expresión verbal, es el espacio que se crea entre ellas. Sin este espacio sería todo un inmenso hashtag, peor que la música hardcore!
Los libros cuentan muchas palabras, sobre muchísimos temas, desde miles de años y muy bien explicados. Hay teorias del vacio, como la de Nagarjuna, que es comparable a un tratado de física cuántica por lo acertado que va. Platón, antes que Jesus, describía con bellísimas metáforas conceptos existenciales, que vienen usados al día de hoy en sesiones de coaching.
Jiddu Krishnamurti es capaz de acompañarte por la mano a comprender conceptos tan complejos que te quedas con la idea de no haber entendido nada, pero sientes que has aprendido mucho.
Estamos desequilibrados, por esto no nos entendemos. Necesitamos cerrar los ojos para oír mejor o tocar para que te entiendan. Para olfatear hay que dejar de hacer todo el resto.
Una energía de cohesión débil repercute sobre la capacidad fisiologica de probar placer en sentirse bien!
«Como mola el rollo espiritual!»