Hace poco hemos celebrado el día de San Valentín.
Una fiesta muy contradictoria, con regalos fútiles y promesas de amor eterno. Cierto que celebrar el amor solo un día al año puede parecer limitado, igualmente esto no prescinde de celebrarlo cada noche también, digo yo.
Por suerte cuando entro en estos quebraderos sobre «que es que», y «que nombre tiene tal cosa», me recuerdo que soy mucho mas que mi mente, también soy mis manos. Mas que palabras, yo prefiero masajes!
Tan lejos de la cabeza, las manos solo hablan de amor. Con una reciben y con otra dan. Mis manos son capaces de escuchar quietitas, y al mismo tiempo mover y acompañar cuando se les pida. Muchas veces es justamente lo que buscamos: dejar de hablar tanto y darse un masaje! Sigue leyendo y te daré unos consejos para un buen masaje 😉